Placer Culpable
Desde mi experiencia como mujer chilena criada en un ambiente conservador, de colegio católico, donde el sexo siempre fue desvinculado de la mujer para enfocarlo únicamente al hombre, y desde mi experiencia como psicóloga y terapeuta sexual, trabajando día a día con mujeres que sienten dolor, físico y/o emocional, culpa, frustración, vergüenza, angustia, inseguridad y miedo, puedo decir que veo como a nosotras las mujeres nos quitaron nuestro poder para disfrutar de nosotras mismas.
Debido al sistema hetero-patriarcal en el que vivimos y la prácticamente inexistente educación sexual que recibimos, se desarrolló en nosotras un imaginario de cuerpos “deseantes” y “deseados” que nos limita nuestra experiencia de placer. Porque no nos sentimos merecedoras de ese placer si no cumplimos con el estereotipo socialmente impuesto y masivamente reproducido.
Puedo observar la evidente desconexión que existe con nuestro propio cuerpo, en especial con nuestros genitales. Son pocas las mujeres que llegan a mi consulta y que se han mirado la vulva en el espejo, o que se han masturbado mirándose al espejo identificado los cambios que se generan en el cuerpo en las diferentes etapas de la respuesta sexual. La mayoría de las mujeres que me ha tocado acompañar, pero me atrevería a decir que es una realidad más amplia que solo en mi consulta, siguen masturbándose con cierto grado de culpa. Bajo las sabanas, sin hacer ruido, con los pantalones puestos, sin mirarse, enfocadas solo en la “meta final”, la liberación sexual del orgasmo. Pero ¿qué pasa con el disfrute de nuestro cuerpo y el placer que sentimos al tocarnos? Estamos tan avergonzadas de nuestros cuerpos que sentimos vergüenza hasta de nosotras mismas, escondiéndonos bajo las sábanas para darnos placer apresurado.
El trabajo está en liberarnos de esa culpa y vergüenza primero con nosotras mismas, sentir nuestro cuerpo, habitarlo, mirarlo y tocarlo. Y así nos sentiremos seguras al compartirnos sexualmente con otras personas.
Te invito a intentar pasar más tiempo en tu propia piel. Busca momentos para desnudarte sin otra razón más que para mirar y sentir tu cuerpo. Quizás después de la ducha, tómate unos minutos antes de vestirte. Puedes ponerte algún aceite o crema con un aroma que te guste, hacerte un pequeño masaje y no dejar ningún rincón si tocar. Dedicarle tiempo y amor a tu cuerpo es necesario para poder habitarlo, honrarlo y disfrutarlo.
Con amor,
Josefa ☾